Wednesday, March 27, 2013

Caso Karina: todas las versiones hablan de horror

Los testimonios de los implicados en el asesinato de Karina del Pozo 

Ayer se negaron las medidas sustitutivas a la prisión de dos de los cinco jóvenes detenidos. Sin embargo, todos los testimonios coinciden en que ellos no participaron en el asesinato. 

¿Quiénes son estos jóvenes? Tienen entre 19 y 25 años y viven el momento; intercambian sexo casual sin complicaciones ni compromisos; tampoco sus relaciones de amistad, a juzgar por lo que dicen unos de otros, son demasiado firmes; consumen alcohol y drogas; incursionan en uno u otro trabajo, no dan muestras de sentir pasión por lo que hacen; los estudios no parecen ocupar un espacio demasiado importante en sus vidas; alguno entrena artes marciales pero no se lo toma con calma, como prescribe la filosofía oriental: todo lo contrario; son violentos, explotan fácilmente; llegado el caso, uno o varios de ellos pueden transformarse en asesinos.

 Este es el retrato robot que se desprende de los cinco testimonios vertidos el pasado 5 de marzo, ante el fiscal Vicente Reinoso, por los cinco involucrados en el asesinato de Karina del Pozo: el caso que conmocionó a la ciudad. Sus nombres: Gustavo Salazar, David Piña, José Antonio Sevilla, Nicolás León y Cecilia Rivera. La noche del 19 de marzo estuvieron en el vehículo que condujo a Karina hacia su último destino: un terreno baldío y oscuro junto a una quebrada en Llano Chico. Uno de los tres primeros la asesinó. Quizá fueron dos de ellos, o todos. Tendrá que determinarlo el juez. Por el momento, entre los tres se acusan mutuamente. Leer sus testimonios es sumergirse en los abismos más oscuros del alma humana. Sus historias son contradictorias y macabras pero, sobre todo, incomprensibles. ¿Por qué la mataron? Probablemente ni siquiera ellos sabrían explicarlo. 

 La historia comienza en la tarde del 19 de marzo, en una empresa aseguradora de vehículos. Gustavo Salazar y su madre hacían trámites ahí porque el auto familiar había volcado días atrás. Los acompañaban José Antonio Sevilla y David Piña. Los tres no se separarían hasta la madrugada del día siguiente.

 Piña, de 25 años, era el mayor del grupo. El testimonio de Sevilla apunta claramente que lo temían: era grande, fuerte, hacía artes marciales y se echaba fama de buen peleador. Durante toda la tarde un amigo común, Juan Pablo Vaca, había estado llamando a Salazar y a Sevilla para invitarlos a su casa por la noche, con la advertencia de no llevar a Piña. Él había llamado también a dos amigas y no quería que el karateca intentara seducirlas. No pudo ser: Piña se coló. Los tres llegaron al departamento de Vaca en la Granda Centeno, donde los esperaban ya, junto al dueño de casa, Cecilia Rivera y Karina del Pozo, bebiendo vodka. Poco después llegó otro amigo, Nicolás León, que hacía mucho fue novio de Cecilia. 

 En el departamento de Vaca hubo alcohol, marihuana y sexo. Cecilia y Nicolás estuvieron largo rato encerrados en el baño; José Antonio y Karina, dice él, bajaron al subsuelo del edificio de departamentos y "una cosa llevó a la otra". Cuando se fueron de ahí (los testimonios no son claros en las horas pero se puede calcular que fue después de la medianoche) todos habían bebido hasta emborracharse pero no lo suficiente como para perder la conciencia. Una botella de ron apareció una vez terminado el vodka, así que todos estaban en estado happy, como describe Cecilia Rivera. 

Hasta ese momento, los cinco testimonios coinciden en lo esencial. Está claro que Juan Pablo Vaca se quedó en su departamento y los otros cinco subieron al vehículo que conducía Gustavo Salazar; que en el puesto del copiloto se sentó José Antonio Sevilla; que las dos chicas iban en medio de los chicos: Cecilia junto Nicolás León y Karina junto a David Piña; que Cecilia y Nicolás se quedaron, por turnos, en sus casas respectivas; que Karina se durmió en el asiento trasero del vehículo; en eso coinciden todos. Lo que viene después es un mar de contradicciones, salvo por un detalle: Karina se quedó dormida en el asiento trasero del vehículo acompañada por Salazar, Sevilla y Piña. Solo se despertaría al fin del viaje, en el terreno baldío de Llano Chico donde fue asesinada. ¿Por quién? 

 Por Piña, asegura Salazar, el dueño del vehículo. Según él, fue Piña quien le dijo adonde ir: un descampado sin vigilancia policial donde podrían seguir bebiendo (esos supuestamente eran los planes); fue Piña, y sólo Piña quien descendió con Karina del vehículo y se perdió con ella en la oscuridad mientras él y Sevilla se quedaban esperándolos; y fue Piña quien ahorcó a la chica y luego completó tu trabajo con una piedra. Él solo y sin ayuda. 

 "José Sevilla y mi persona nos quedamos en el carro cuando empezamos a escuchar unos gritos, luego nos bajamos para ver qué es lo que pasaba y David Piña nos dijo váyanse más arriba que este no es su asunto. Yo les pregunté a David Piña y Karina del Pozo si todo estaba bien y David me respondió: ¿quíeres saber cómo se mata a una puta? Yo le dije: pero qué te pasa, y David Piña me respondió: tú sabes que yo tengo novia y tú sabes qué hizo esta putita esta noche. Luego yo estaba asustado y me fui al carro con José Sevilla y escuchábamos que Karina le decía a David: sabes que yo te quiero, hemos sido novios antes...". Según el testimonio, para cuando se volvieron a acercar a la pareja, Karina estaba llorando tirada en el piso y David se puso a ahorcarla e intentó romperle el cuello mientras los dos testigos estaban "en shock". Finalmente, buscó una roca y le golpeó con ella en la cabeza. 

 Piña lo niega. Él no recuerda nada, tan borracho dice que estaba . Simplemente, se subió al carro con los demás y fue el tercero en quedarse en su casa, dejando a Karina en compañía de Salazar y Sevilla. Y no sabría nada de lo ocurrido después sino fuera porque en el Centro de Detención Provisional, donde los tres compartieron celda días más tarde, los escuchó confesar su crimen mientras fingía dormir: "empezaron a hablar de lo que habían hecho y decían que José Antonio Sevilla le violó a la chica y Gustavo Salazar dijo que tenían que matarle porque o si no después se iban a enterar. Gustavo dijo que primero le habían ahogado y que como no se moría le dio piedrazos, pero se estaba riendo como haciendo cháchara". 

 José Antonio Sevilla cuenta una historia bien distinta. El no solo no violó a Karina: horas antes, en el departamento donde se juntaron todos, tuvo sexo con ella con su consentimiento. Ya en Llano Chico simplemente se paró a mirar como los otros dos asesinaban a la mujer con la que había compartido la intimidad esa misma noche. Su versión deja entender que Piña lo tenía todo previamente decidido, que cuando les condujo por esas oscuras calles rumbo al terreno baldío, estaba enojado y ya sabía que la iba a asesinar. "Ya van a ver lo que le pasa por puta", les dijo mientras ella dormía. 

 "Entre Gustavo y David dijeron: matémosla. Y Gustavo se subió encima de Karina y le empezó a ahorcar. Yo del susto se me pasó la chuma y les dije: qué van a hacer, no sean imbéciles. Y David Piña se regresó y dijo: cállate tú, chucha, si no te vas a meter lárgate al carro. Yo me fui al carro y se demoraban bastante. No sabía qué estaban haciendo". 

 ¿Cuál de estas tres versiones es la verdadera? El juez tendrá que establecerlo. Pero ¿conseguirá la sentencia responder las preguntas esenciales del caso? Es decir, no sólo quién asesinó a Karina, sino por qué. Tres jóvenes fueron capaces de tomar la vida de una chica (o de contemplar su asesinato sin mover un dedo) quizá porque, en su limitado entendimiento, se trataba de una puta. Es un tema que concierne a toda la sociedad, un debate pendiente que lo atraviesa todo: desde los modelos de educación hasta los mensajes de publicidad. Porque ¿de qué otra forma, sino es con el consentimiento de todos, se reproducen estos esquemas mentales en los jóvenes del país? 

Las medidas sustitutivas de la prisión, denegadas 

El juez Décimo Primero de Garantías Penales de Pichincha, Raúl Martínez, no aceptó la solicitud de medidas sustitutivas a la prisión preventiva para María Cecilia Rivera (en la foto) y Federico Nicolás León, dos de los cinco detenidos por la muerte de Karina del Pozo, joven de 20 años que fue hallada muerte en una quebrada el pasado 27 de febrero. 

 Cerca de las 09:00 de ayer se instaló la audiencia en la Unidad de Vigilancia Norte, en Carapungo, ante el juez Martínez, en medio de gritos de apoyo y enfrentamientos verbales entre familiares de la joven asesinada y de la única mujer detenida en este caso, María Cecilia Rivera. 

 En hora y media de audiencia, Stalin López, abogado de Rivera, insistió en que, según todos los testimonios, su defendida se bajó del vehículo en el que se movilizaban los jóvenes antes de que se cometiera el asesinato. 

Además señaló que el fiscal que lleva el caso, Vicente Reinoso, se allanó a la solicitud de sustituir la prisión por otras medidas, pues en su investigación no encontró hechos que la vinculen con el crimen.

 Los principales sospechosos del crimen (Manuel Gustavo Salazar, José Antonio Sevilla y Geovanny David Piña), coinciden en que León fue el segundo en dejar el vehículo y que no fue a Llano Chico donde ocurrió el asesinato de Karina. 

 El juez Martínez no aceptó estos argumentos y ratificó la prisión preventiva para los detenidos. 

La defensa de los dos detenidos analizan nuevas acciones, la próxima semana presentaran un amparo de libertad para Rivera y León.

Tuesday, March 19, 2013

KARINA DEL POZO y sus tres asesinos, el que la ahorcó, el que la violó y le partió la cabeza y el que se quedó "solo" mirando”



"Ya voy a casa" fue el mensaje de texto que llegó al celular de Milton del Pozo esa tarde del martes 19 de febrero. Quien le mandaba el mensaje era su hermana menor Karina, de 20 años.

Esa día Karina había salido a entregar su hoja de vida a algunas empresas. Era modelo y trabajaba desde los 15 años. Su último trabajo fue para unos eventos en la temporada de carnaval. Le había contado a sus amigas que quería conseguirse un trabajo fijo. Y en esas andaba ese 19 de febrero. Terminaba de mandarle el mensaje a Milton cuando se encontró con Cecilia Rivera, no se veían tiempo y tenían que ponerse al día, así que decidieron celebrar el encuentro tomándose unas cervezas en uno de los locales de la zona del Quicentro. Al poco rato, reciben una llamada deJuan Pablo Vaca, amigo de ellas que las invita a una fiesta en su departamento por la Granda Centeno.

Cuentan los amigos que Karina estuvo en la fiesta como hasta la una y media de la mañana. Hora en la que dijo que tenía que ir a casa y fue en ese momento, que Manuel Salazar ofreció su DMax, doble cabina, color negro para hacer de expreso y llevar a algunos a sus casas. Así que terminada la fiesta junto con Karina se subieron al carro Cecilia Rivera, Nicolás León,  José Antonio Sevilla y Geovanny Piña.

La primera parada del grupo fue para dejarla a Cecilia en el sector de la Hidalgo de Pinto y Rafael Almeida, luego a Nicolás por la Av. Diego de Almagro y Bulgaria. Ya eran las dos de la madrugada y en el carro quedaron sólo cuatro personas. Manuel que iba manejando, José Antonio que iba de copiloto y en el asiento de atrás Geovanny junto a Karina, que para todo esto se había quedado dormida. 

Seguramente Geovanny pensó que esa "oportunidad" no debía desaprovecharla y empezó a "meterle mano a la modelo", habían estado conversando en la fiesta y de entrada le gustó, pero no le paró bola, porque "tengo novio" le había dicho. 

Así que borracha y dormida ni se daría cuenta de qué le pasó y...  la empezó a manosear. Los de delante, babeando se conformaban con fisgonerar por el espejo. "Chuta se les adelantó el Geovanny. La Karina era super rica."

Y cuando este trío de violadores y asesinos pensaban que esa sería su gran noche, Karina se despertó "...qué mierda te pasa, para, para el carro que me bajo!!". Se arregló la blusa como pudo e intentó abrir la puerta, pero Geovanny la agarró mientras le ordenaba a Manuel, "...dale, que esta zorra no se nos escapa".
Y así fueron hasta el mirador por la quebrada del Llano Chico. Geovanny y Manuel la bajaron a la fuerza de la camioneta. 

José Antonio, el tercero que iba en el carro asegura que él nunca le hizo nada a Karina, "yo sólo veía que ella lloraba y  pedía  que la dejaran ir, que no iba a decir nada. Pero el Geovanny no le hizo caso, la tiró al piso y la violó, Karina pataleaba, trataba de defenderse, arañó al Geovanny en el cuello y la espalda y empezó a gritar que la ayuden.  Manuel se asustó y  la empezó a ahorcar para que se callara, pero ella nada, gritaba y gritaba. Ahí fue que Geovanny agarró una piedra y la golpeó en la cabeza y la Karina dejó de gritar y patalear, se quedó quieta, yo creo que ni respiraba.

- No sabía qué hacer, me metí al carro y ví como Manuel y Geovanny agarraron el cuerpo de Karina y lo lanzaron en la parte de atrás de la camioneta. Luego se subieron, estábamos muy asustados. Sin saber qué hacer. Lo primero que se nos ocurrió fue irnos de Quito, abandonar la ciudad y perdernos.

Pero luego decidimos que era mejor deshacernos del cuerpo de Karina y ver qué historia inventábamos. Avanzamos unos cuantos metros hasta una quebrada, ahí la dejamos botada, eran ya como las tres y media de la madrugada. La dejamos tapada con ramas y con un penco, para que nadie la descubriera. Nos lavamos las manos que las teníamos manchadas de sangre con una botella de trago que el Manuel tenía en el carro y de ahí cada uno para su casa".
Ya en la mañana del miércoles 20 de febrero, Milton del Pozo, preocupado porque Karina no contestaba el celular y nunca llegó a dormir a casa empezó a buscarla, primero preguntando a los amigos, luego en hospitales... hasta en la morgue. Pero nada. Cecilia  Rivera le dijo que la última vez que la vio fue como a las dos de la madrugada y que ella se quedó con el grupo de amigos en el carro de Manuel Salazar.
Manuel por su parte dijo que ellos querían seguir con la fiesta, pero que la Kari con los tragos estaba mal genio y que se bajó del carro en el sector de las calles Brasil y Carvajal y que la vieron que se subió a un taxi color amarillo marca Nissan y que esa fue la última vez que la vieron. Y que luego de eso fue a dejar a la casa a Geovanny Piña y José Antonio Sevilla.

Desde el mismo día de la desaparición de Karina, sus familiares y amigos empezaron una cruzada a través de las redes sociales, twiter y facebook para encontrar a Karina. Entre el 20 y 27 de febrero el mensaje de "AYUDANOS A ENCONTRARLA: La última vez que la vieron subió en un taxi amarillo. Estaba vestida con una blusa café, chompa negra, pantalón tipo leggis negro y botas negras. Si sabes algo de ella llámanos al 099...." se multiplicaba  a través de las cadenas en redes sociales. Mientras tanto la Unase (Unidad Antisecuestros y Extorsión) empezó a investigar la desaparición de la modelo.

Durante ocho días la joven de 20 años se convirtió en símbolo de la lucha contra la inseguridad. Una nueva víctima de la delincuencia, de los secuestros. Hasta que... los agentes de la Unase asignados al caso, sospecharon de ciertas incongruencias en las declaraciones de los chicos que esa madrugada se subieron a la camioneta DMax.

Algo no cuadraba. Aunque los chicos se habían presentado voluntariamente a declarar en el caso de Karina y estaban colaborando activamente en la campaña para encontrarla, pegando carteles en las principales calles de Quito con la foto de la modelo.

Así que a pesar de esta conducta "solidaria" de Manuel Salazar, Geovanny Piña y José Antonio Sevilla, la Unase pidió a la Chevystar un informe detallado del recorrido que hizo la camioneta entre la noche del 19 y la madrugada del 20 de febrero. Y empezaron las sorpresas. Lo primero que les llamó la atención a los investigadores es que el GPS de la camioneta indicaba que estuvo estacionada en el sector del Llano Chico (nororiente de Quito) desde las 2:34 hasta las 3:35 de la madrugada y que en ningún momento registraba el paso por las calles Brasil y Carvajal, donde según los tres “amigos” supuestamente se había bajado Karina para subirse al taxi amarillo marca Nissan.

Inmediatamente empezaron a rastrear la zona donde estuvo estacionada la camioneta y el día 27 de febrero, a las tres y media de la tarde, las sospechas de los agentes se confirmaron. Debajo de la maleza y cubierto por tierra, encontraron el cuerpo de Karina del Pozo, en estado de descomposición. 

Apenas se supo que apareció el cadáver de Karina, se presentaron nuevamente en forma voluntaria Cecilia Rivera, Nicolás León, José Antonio Sevilla, Geovanny Piña y Manuel Salazar. Los tres últimos cayeron en contradicciones y enfrentados empezaron a acusarse entre ellos. "El la mató, le dió un piedrazo y le partió la cabeza", decía  uno. "No, no fui yo, tú la ahorcaste porque gritaba mucho, ...ya estaba muerta cuando la golpeé con la piedra"  así chillaban Manuel Salazar y Geovanny Piña, mientras que José Antonio Sevilla lloriqueaba: "Yo sólo ví, no la violé, juro que ni la toqué".

Lo cierto es que el informe de la autopsia reveló que Karina del Pozo, de 20 años de edad, fue violada, golpeada y que murió por una hemorragia cerebral que le produjo una herida de diez centímetros en su cabeza.


Esta es la historia de Karina del Pozo, huérfana de padre y madre, abanderada del colegio, modelo de eventos, hermana, amiga, trabajadora, mujer. Seguramente muy pronto los medios la olvidarán. El morbo de los truculentos detalles de su muerte dejarán de interesarle a la prensa. Y sus tres asesinos, el que la ahorcó, el que la violó y le partió la cabeza y el que se quedó "sólo" mirando", seguirán argumentando en su defensa que nunca planearon matarla, que "sólo querían violarla" pero que ella empezó a gritar y no quedó otra. Así nomás pasó...

La muerte de Karina pasará a aumentar las estadísticias de femicidios en Ecuador. Y por otro lado el femicidio ó la muerte de mujeres por su condición de mujeres seguirá esperando su tipificación como delito en el código penal ecuatoriano. Así mismo no más es...